
Parábola de los 7 puntos cardinales
(O quién soy realmente)
Era un atardecer de Egipto. La luna subía, el sol bajaba. El Maestro paseaba entre los papiros del Nilo y vio que un hombre, sobre su pequeña alfombra, hacía la ceremonia de los 7 puntos cardinales.
El maestro, atento, esperó a que terminara, entonces le preguntó: “¿por qué haces la ceremonia de protección de los 7 puntos cardinales?”. El hombre le contestó: “Invoco a los 7 dioses para que me ayuden, me protejan y hagan las cosas que yo necesito”.
“Te voy a enseñar otra forma de hacer la Protección de los Siete Puntos Cardinales, le dijo el maestro.
El Este
Cuando mires hacia el este, piensa en tus padres, aunque estés en desacuerdo con ellos, aunque haya grandes diferencias de pensamiento y enormes distancias en la forma de sentir; aunque ya no tengan nada en común, porque el tiempo y las circunstancias los hayan separado.
A pesar de ello, piensa en tus padres y agradéceles el don de la vida que te permite evolucionar, ser tú mismo, crecer, pasar por el mundo aprendiendo y enseñando.
El Oeste
Cuando mires hacia el oeste, piensa en tus hijos. Piensa que ellos son individuos, que no puedes retenerlos, no debes hacerlos a tu modo, no hacerlos preferir lo que prefieres.
Déjalos como un árbol deja a las semillas que se alejen. Sigue creciendo y deja crecer.
El Norte
Cuando mires hacia el norte piensa en tu maestro con alegría, con agradecimiento. No le preguntes quién es ni de dónde viene. No le pidas cuentas. Cuando estás muriendo de sed en el desierto no examinas el vaso que contiene el agua que te ofrecen, solamente bebes.
Nunca pidas cuentas. El es el vehículo que trae una enseñanza a través de tiempo y distancia. Es lo único que importa.
El Sur
Cuando mires hacia el sur, piensa en tus discípulos, en tus alumnos. Los que tienes o tendrás algún día… Pero no pienses en ellos como algo que te pertenece, algo que tú has hecho.
Sé como el sol que alumbra a todos por igual sin preferencias. Simplemente dales tu enseñanza, pero recuerda que ella no es texto ni palabra. La enseñanza es la relación amorosa estrecha, es el ejemplo. La enseñanza es que te dejen solo para saber cuánto puedes hacer, es ponerte en el camino del esfuerzo, hacer que no sólo recibas alimento sino que, también aprendas a producirlo.
El Cenit
Cuando mires al cenit, piensa en el Espíritu. Pero no pienses en Dios como alguien que manipula tu vida o la controla, piensa en El como una enorme fuerza gravitacional que te atrae y sostiene, respetando tu ciclo y circunstancia. Piensa en Dios no como un fin sino como un camino de luz para llegar a tu propio centro.
El Nadir
Cuando mires al nadir, piensa en la Naturaleza, en la Creación. Piensa que eres parte de ella. Tu papel es vincularte amorosamente a todo lo creado. Tu trabajo es comprender, no a través de la razón, sino en el vibrar de la armonía.
Cuando pienses en la Naturaleza siéntete integrado a ella, no como algo ajeno sino como parte de la Creación.
Hacia Adentro
Y por último, cuando mires hacia adentro, piensa en tu destino, el que tú haces, el que tú hilas y tejes cada día. Piensa que tú eres el principio y el fin de todas las cosas. El principio porque llevas la Chispa Divina que existe desde el comienzo de los tiempos, y el final, porque eres la razón para el regreso.
Cuando mires hacia adentro sabe que en el fondo estás hecho de los Seis Puntos Cardinales anteriores. Cada uno de ellos forma parte de tu ser, de tu verdadera esencia, cada uno de los Seis Puntos Cardinales es tu existencia real. Sin ellos, no eres nada. Y resumiéndolos a todos, entonces, eres.”
La Razón de la existencia
Cuando el campesino oyó al Maestro explicar la Protección de los Siete Puntos Cardinales, se iluminó. Comprendió por primera vez la razón de su existencia, quedó libre de la superstición que esclaviza a los hombres. Se liberó de tener que pedir a los espíritus ayuda, se liberó de todos los dioses, se liberó de la esclavitud de la petición y la promesa.
Comprendió, que Dios lo amaba tanto, que nunca quiso separarse de él y por eso lo habitaba.
Ya era de noche. El Maestro siguió su camino y dejó al campesino tejiendo sus sueños de luz y sombra.