Ciegos que guían a otros ciegos

Según los esenios, Jesús dijo:

“La ley está escrita en toda cosa viviente. Vosotros la encontrareis en las hierbas, en los árboles, en el río, en las montañas. En las aves del cielo, en los peces del mar; mas buscadla principalmente en vosotros mismos. Dios no escribió su palabra en las páginas de un libro, sino en vuestro corazón y en vuestro espíritu.

Está también en vuestro aliento, en vuestra sangre, en vuestros huesos […] y en cada partícula de vuestro cuerpo.

Está escrita en el aire, en el agua, en la tierra, en las plantas, en los rayos del sol, en las profundidades y en las alturas…

Por qué estudiáis las escrituras muertas que son la obra de los hombres? Si queréis que la palabra del Dios Viviente penetre en vosotros, no manchéis ni vuestro cuerpo ni vuestro espíritu, porque el templo que es el cuerpo, es el templo del espíritu, y el espíritu es el templo de Dios.

Hijos de los hombres: honrad a vuestra Madre Tierra y seguid sus leyes para que vuestros días se alarguen sobre la tierra. Y honrad a vuestro Padre Celestial para que sea vuestra Vida Eterna en los cielos. El Espíritu del Hijo del Hombre fue creado del Espíritu del Padre Celestial, y su cuerpo del Cuerpo de la Madre Tierra.

El que os explica las escrituras os habla en lengua muerta de hombres muertos, por medio de su cuerpo enfermo y mortal. A él, por lo tanto, le pueden entender todos los hombres, porque todos los hombres están enfermos y están en la muerte. Ciegos que guían a otros ciegos por la senda del pecado, de enfermedad y sufrimientos.”

 

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